lunes, 23 de julio de 2012

Prisas (8)


Su Glock 19 había caído de la guantera, siempre se encontraba allí. Debió de ser cuando buscaba la linterna. Y ahora estaba en el suelo, bajo el asiento. La cogió y al sentir el frio metal de su pistola en la mano recordó quien era, lo que estaba haciendo allí. No podía permitir que un imprevisto alterara sus planes. Al diablo con la perrita. Al diablo con su mujer, ¿Qué iba a hacer, matarlo por lo ocurrido?, si tal vez lo matara, la puñetera perrita era muy importante para ella… ¿o quizás no tanto?

El sonido del móvil que provenía del asiento trasero lo sobresaltó y lo sacó de sus pensamientos. La luz parpadeante del aparato le ayudó a localizarlo y ver en la pantalla que era su exmujer… se enrolló un kleenex en la mano sangrante y con la otra alcanzó el teléfono.

El miedo le hacía temblar. ¿Cómo le iba a explicar lo sucedido?, seguro que no se lo perdonaría. Temía que saltara el contestador automático por lo que se decidió a pulsar el botón verde.

-Oiga, oiga…¿es usted el marido de Anita?, ¿de Anita Spencer?

Esa no era la voz de su mujer


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