viernes, 21 de septiembre de 2012

INTERFERENCIAS (5)


Un delicioso aroma penetró por su pituitaria despertando su emborronado cerebro. Sandra intentó abrir los ojos pero los parpados le pesaban más de lo que ella esperaba. Oscuridad era todo lo  que sentía a su alrededor. Oscuridad y ese aroma tan delicioso del solomillo a la pimienta. También percibía ruidos. El correr del agua de un grifo que se abría para luego cerrarse, el sonido del cristal de lo que podían ser sus copas de vino, el tintineo de los cubiertos depositados sobre la mesa de la cocina y los pasos de alguien que, sin prisa, deambulaba por su cocina. Volvió a intentarlo sin éxito. Los parpados parecían dos losas sobre sus ojos. Movió ligeramente su cuello y recibió como respuesta un punzante dolor en la parte trasera de su cabeza. Accionó los mecanismos para acercar su mano a la zona dolorida para aplacar ese malestar y descubrió que sus brazos permanecían atados a su espalda, sujetos con firmeza por las muñecas. Tampoco pudo mover las piernas. Sus tobillos también estaban inmovilizados. ¿Qué había ocurrido? Solo tenía la certeza de que se encontraba sentada en la cocina de su casa y de que alguien estaba preparando su comida favorita. Abrió los ojos.

-Bienvenida –le dijo el hombre que estaba frente a ella- te debe doler un poco la cabeza. Lo siento no quería golpearte tan fuerte.

Sandra intentó hablar y tampoco lo consiguió solo consiguió dejar escapar unos desagradables sonidos guturales que le martillearon además la dolorida cabeza. Estaba amordazada.

-Tranquilízate –le dijo su acompañante- es lo mejor que puedes hacer.

¡¡¡¿Que me tranquilice?!!! -Pensó Sandra- pero que se había creído este imbécil. Atada, amordazada, con un dolor de cabeza del quince y seguro que un tremendo chichón en su cabeza. Y este hombre, ¿Quién era este hombre?. Forcejeó unos minutos intentando gritar y zafarse de sus ataduras. Sólo consiguió agotarse y sudar. Ah y que le dolieran también las muñecas y los tobillos.

Respiro profundamente unas cuantas veces y parpadeó con fuerza para enfocar bien el rostro que tenía frente a ella. Vaya, si era Paco. Pero estaba distinto, ahora lucía un cabello claro y despeinado y unas gafas que agrandaban un poco sus ojos oscuros. La verdad es que se veía atractivo -pensó Sandra.

-Bien, veo que pareces más tranquila. Si prometes portarte bien te quito la mordaza de la boca.

Sandra movió su cabeza afirmativamente.

-Creo que puedo fiarme de ti.

Volvió a mover la cabeza en señal de asentimiento consiguiendo que un mechón de su cabello se soltara del recogido y cayera sobre su rostro. Paco le apresó el mechón en la horquilla que lo había estado sujetando y de un tirón le quitó la cinta aislante que tapaba sus labios.

-¡¡¡¡Ah!!!!! –gritó Sandra con todas sus fuerzas- ¡¡cabrón eres un cabrón!!. Me has hecho daño –continuó alzando la voz cada vez más-. Como te atreves a tratarme así, no se lo que pretendes. Suéltame. ¡¡¡¡Socorro!!!!

Paco se volvió a sentar frente a aquella preciosa mujer que le quitaba el hipo y se encendió un cigarrillo sin dejar de mirarla fijamente, directamente a aquellos ojos verdes que le tenían hipnotizado. También se atrevió a mirar aquellos pechos turgentes que no dejaban de bailar arriba y abajo dirigidos por la agitada respiración de la mujer. Sacudió la cabeza mientras exhalaba el humo del cigarrillo.

-Deja ya de gritar Sandra, sabes que nadie te puede escuchar. Tu misma elegiste este solitario barrio para poder llevar a cabo tus planes sin que nadie te molestara. Saber que no tienes vecinos. Solo conseguirás estropear esa bonita voz.

El apartamento se encontraba en la zona de crecimiento urbano de la ciudad. Un edificio aislado en un barrio en el que todavía no había muchos bloques de viviendas construidos. En este edificio ella y el vecino del primero eran los únicos que ya vivían allí. Y el vecino del primero estaba de vacaciones durante tres semanas. Estaban solos en el bloque de apartamentos. Perfecto.

Mientras se consumía el cigarrillo, también se agotaban las fuerzas de Sandra y finalmente quedó sumida en un sollozo que a Paco le produjo lástima.

-Debes de tener hambre. He preparado la cena. Esa carne que querías cocinar para mi con salsa a la pimienta, creo que te gusta mucho. Tu filete te lo he dejado al punto. Es como lo acostumbras a comer, ¿verdad?

Los ojos desmesuradamente abiertos de Sandra dejaban clara su perplejidad. No entendía lo que estaba ocurriendo. No podía imaginar como Paco sabía tantas cosas sobre ella.

Sin esperar respuesta sirvió los solomillos y decoró los platos con la salsa y unas patatitas cocidas y aromatizadas con estragón. Parecía ser un gran cocinero. Depositó el plato frente a la desconcertada Sandra.

-No te preocupes, yo te ayudo a comer –le aclaró Paco- ya imaginarás que no tengo previsto desatarte por el momento. Le enjugó las lágrimas de sus mejillas con la punta de la servilleta y se dispuso a alimentarla.

Sandra no podía articular palabra. No dejaba de mirar como aquel hombre cortaba los pedazos de carne cocinada al punto, del tamaño perfecto para que entrasen en su boca menuda y delicada y para ser masticados sin esfuerzo alguno. Con extrema delicadeza aproximaba el tenedor a su boca y lo mantenía con pulso firme mientras ella, como una autómata se acercaba para capturar el pedazo entre sus dientes y el roce de sus labios.

-Me he permitido buscar entre los vinos de tu bodega y he elegido este “Flor de Clotàs”, es uno de mis favoritos y acompaña muy bien a estas carnes tan jugosas.

Mientras se deleitaba con el sabor exquisito del solomillo Sandra no podía reaccionar. Su mente estaba como adormecida o más bien abducida por aquel hombre. La tenía atada, inmovilizada y le estaba dando de comer con una delicadeza sorprendente, la estaba mimando y tratando con sumo cariño. No entendía nada. Y entendía menos su sumisión, incluso sentía que la situación le estaba resultando excitante. Si, se estaba excitando. Su respiración se agitaba cada vez que envolvía el pedazo de carne con sus labios sin dejar de mirar a los ojos de su captor. Paco también daba claras muestras de que la situación le resultaba muy agradable, tremendamente agradable. Sus ojos brillaban tras los cristales de las gafas y cuando daba su bocado a su porción de solomillo cerraba los ojos para degustarlo. Cuando Paco le ofreció la copa para beber un poco del vino tardaron unos segundos en realizar el acople perfecto labios, copa para que ella lo pudiera ingerir sin que se desperdiciara una sola gota. Pero en el último momento la mano de Paco tembló ligeramente dejando escapar una gota color cereza madura, que se deslizaba por la comisura del labio de Sandra buscando el camino más directo hacia su cuello. Un escalofrió recorrió la espina dorsal de la joven al tiempo que el secreto que Paco guardaba junto a su bolsillo se endurecía un poco más y temblaba ligeramente.

-Perdona Sandra –se disculpó Paco- soy un poco torpe. Si me permites

Con el pulgar de su mano derecha fue al encuentro de la gota que ya bajaba por el cuello, dirección al espacio que quedaba escondido entre los dos pechos de aquella excitante mujer. Con mucha lentitud tomó contacto con el líquido rojo y tentador acompañándole en el recorrido de regreso hasta su boca. Sandra no lo pudo controlar. Cuando se dio cuenta había separado ligeramente sus labios y se encontraba chupando el pulgar de su captor sintiendo ese sabor especial de su vino favorito mezclado con el sabor de la piel de aquel hombre. Paco cerró los ojos y suspiro.

-No he preparado nada de postre –dijo Paco apartando su dedo de la boca de su presa- no tenías nada para poder improvisar un postre apetecible. Creo que podemos beber un poco más de vino mientras charlamos.

La cabeza de Sandra se movió afirmativamente de una forma mecánica.

-Bueno, Sandra, cuéntame que es lo que  pretendías invitándome a cenar en tu casa. Soy un perfecto desconocido para ti. O tal vez no tanto –matizó Paco con una sonrisa ladeada que le quedó de lo más dura-. Por cierto, mientras estabas en tu plácido sueño no has dejado de recibir mensajes de whastapp en tu móvil. Tal vez te gustaría que los leyésemos juntos.


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