Se levantó y se dirigió donde
descansaba el móvil de Sandra.
-Vaya, que mala suerte, se ha
acabado la batería… ¿Dónde tienes el cargador? Su mirada recorrió el salón,
hasta que vió la base del teléfono.
-Mira, que bien preparada estás…
- Lo dejó cargando y volvió hacia la chica.
-Lo dejaremos un ratito, y luego
los leeremos juntos.
Tomó aire y lanzó un profundo suspiro, mientras volvía a
mirar a la rubia que le había atrapado unas horas antes. Sí, pensó, ella le
había atrapado… Tenía gracia la cosa.
-¿Sabes? No tenía ni idea de
quien eras. Ibas a ser… una distracción, un entretenimiento más, mientras
pensaba qué iba a hacer con la propuesta que me acababan de hacer.
Ella le miraba atentamente. Pendiente de sus movimientos.
Unos minutos antes sentía como su deseo, de una manera que no atinaba a
comprender, crecía por momentos.
Ahora, esa sensación había sido sustituída por
un pánico naciente, que se iba apoderando de su cuerpo. Y no debía de ser así.
Había sido entrenada para evitarlo
.
-Quiero contarte lo que ha
pasado, por qué sigues viva, y atada a una silla con cinta americana. No suele
ocurrir esto, te lo aseguro. – Se acomodó en su silla, sin perder de vista a la
chica – Lo que pasa es que cuando tengo a mi … amiga… en el suelo, procedo a
desnudarla. Luego, mientras está en un estado de semi inconsciencia, la violo y
antes de llegar al orgasmo, le rajo la garganta. Sí, MI orgasmo. Ella no suele
tenerlo, claro. Y sí, es bastante escandoloso. Todo lleno de sangre,
salpicándolo todo.- Pareció divertirle la angustia que aparecía con mayor fuerza
en los ojos de Sandra.-Pero tranquila, no suelen gritar. No con la boca
tapada… Y a mí me tranquiliza.
Esto último lo dijo como si tal cosa, como si fuera lo más
normal del mundo.
-Pero, ah, amiga. Contigo fue
distinto. El teléfono- Señaló el terminal con el dedo, con una sonrisa que a
Sandra le pareció de lo más estúpida.- Su sonidito, indicando que tenías un
mensaje. Y otro, y otro, y … Bueno. Debía saber quien era, ¿no? ¿Tu novio? ¿Tu
padre? Quien sabe…
Sandra se comenzó a preocupar de verdad. El asunto estaba
comenzando a ponerse peligroso de verdad. Paco no estaba en sus cabales, y si
no hacía algo pronto, ella iba a perder algo más que la calma…
-Un Whatsapp… Y sorpresa,
sorpresa… De alguien a quien conozco muy bien. De alguien que está esperando
que le llame mañana por la mañana, o mejor esta tarde, para darle una
respuesta… ¿No es una curiosa coincidencia?
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