Un temblor incontrolado se había
adueñado de Sandra, la imagen de su cuerpo con el cuello seccionado y la cabeza
separada del mismo, con la cocina llena de sangre ocupó todo el espacio de sus
pensamientos. Esto era una locura. Sus planes, que parecían tan fáciles se
habían truncado de una manera difícil de resolver. Incluso ella, una mujer
profesional y preparada para cualquier situación “difícil” lo iba a tener complicado.
¿Qué sabia Paco de ella? ¿Qué sabía de su trabajo y del encargo que casi había
llevado a cabo?
Estaba clarísimo que aquel hombre
disfrutaba viendo el estupor, el temor que había causado a su presa. Paco no
dejaba de sonreír. Sacó otro cigarrillo y al encender el mechero se encendió
también la luz que puso en marcha a Sandra. Sabía lo que tenía que hacer.
-¿Te importaría compartirlo conmigo? –le
preguntó mientras hacía un gesto con la cabeza señalando el cigarrillo que Paco
sostenía entre sus dedos-.
-Será un placer, uno más de los que me
esperan esta noche.
Mientras exhalaba el humo Paco acercó el
pitillo a los labios de Sandra, ella le dio una profunda calada que inundó sus
pulmones al tiempo que sensaciones contradictorias anegaban su mente y su
cuerpo. Él era atractivo, muy atractivo y muy sensual. La corriente eléctrica
volvió a cruzar esta vez su vientre. Sin esa peluca que simulaba una calvicie
profunda Paco lucía un precioso cabello de color castaño claro entreverado de
canas. Sus gafas le daban un aire intelectual y acentuaban la expresividad de
sus ojos. En la información que le habían dado de él hablaba de que tenía
cincuenta y nueve años. Mnnn, la verdad es que era un hombre maduro muy
interesante y con un físico imponente. En las fotos que le había pasado La
Agencia no lo había notado, se le veía distinto. Tampoco en el supermercado le
había llamado la atención su físico. Se le veía como en las fotos, más bien
grueso y calvete. Hacía un buen trabajo cada día para caracterizarse de Paco Mascilla Valor. Pero ¿quién era ese hombre?.
¿Qué iba a ocurrir con ella? ¿Por qué le resultaba tan excitante?
-Paco –Sandra comenzó a hablar con toda
la serenidad de la que fue capaz- ¿o tal vez no te llamas Paco? –prosiguió sin
esperar respuesta-. Está claro que nuestra común amiga está jugando a un doble juego. Nos está engañando a los dos.
El cigarrillo inició su segundo viaje a
los labios de Sandra. Al acomodarlos alrededor de la boquilla percibió la
ligera humedad que habían dejado los de Paco. Se estaba desconcentrando. No lo
podía permitir. Era el momento de iniciar su plan.
-Yo tenía un encargo muy claro… pero ¿y
tu?, ¿realmente esperas que me crea que eres un violador asesino?
La sonrisa de Paco se congeló en su
rostro. ¿Tan poco convincente resultaba?.
-Sabes, me están entrando unas ganas
terribles de ir al baño… ya sabes…
-No se si me parece una buena idea
dejarte libre, no confío en ti.
-Por favor, no puedo aguantar más, te
prometo que no escaparé, que no gritaré. Confía. Los dos estamos en el mismo
bando.
¿En
el mismo bando? –se preguntó Paco- pero
si la acababa de amenazar con violarla y asesinarla – Inmerso en estos
pensamientos sin darse cuenta de lo que hacía Paco cogió un cuchillo de cocina
y se aproximó a Sandra. Ella empezó a temblar otra vez.
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